Hay noches que se quedan grabadas en la memoria para siempre. La de ayer fue una de ellas. La Selección Española Femenina está en la final de la Eurocopa Femenina 2025 tras una batalla agónica, un ejercicio de fe y talento que se decidió en el último suspiro de la prórroga con un resultado final de Alemania 0 - 1 España. El nombre en boca de todos es el de Aitana Bonmatí, la genio que encontró la luz en el minuto 112. Aitana reconoció que tenía bien estudiada a la guardameta Alemana, y observo que varias ocasiones como la que se le presento, que la cancerbera Alemana dejaba su palo corto descuidado, y dio en el clavo marcando un golazo que hizo cometer el único error destacable de la portera Alemana.
Pero para
entender cómo se llegó a ese momento de gloria, hay que mirar a las porterías,
donde dos titanes, Cata Coll y Ann-Katrin Berger, libraron un
duelo silencioso que fue la verdadera esencia del partido.
Una Batalla de Ajedrez Durante 90 Minutos
Quien
esperaba un partido abierto, se encontró con una muralla. El tiempo
reglamentario fue una lección de estrategia y solidez defensiva. España,
con su estilo característico, amasó la posesión, pero se topó una y otra vez
con un equipo alemán perfectamente ordenado, un bloque de piedra que cerraba
todos los espacios hacia su área. Las ocasiones llegaban a cuentagotas, en
disparos lejanos o en chispazos de calidad individual. La tensión era palpable;
se sentía que un solo error, una sola genialidad, podía decidirlo todo. Pero
los minutos pasaban y el marcador no se movía. El 0-0 al final de los 90
minutos no era un reflejo de falta de ambición, sino de un respeto inmenso y,
sobre todo, de dos equipos blindados por sus guardianas.
El Duelo Silencioso: Las Heroínas que Sostuvieron el Partido
Mientras las
jugadoras de campo luchaban por cada centímetro, en los extremos del campo se
erigían dos figuras colosales. La historia de este partido se cuenta a través
de sus guantes.
Cata Coll: El Corazón que Forzó la Prórroga
Durante gran
parte del partido, Cata Coll fue una espectadora de lujo, pero una
portera de élite se mide por su capacidad para aparecer en el momento exacto. Y
el momento de Cata llegó en el minuto 92. Cuando el partido agonizaba y la
prórroga parecía inevitable, Alemania lanzó un contraataque fulminante
que dejó a su delantera sola. Fue entonces cuando Cata se hizo eterna. Realizó una
doble parada antológica: primero rechazando el mano a mano con una estirada
increíble y, en la siguiente jugada, levantándose con una velocidad felina para
desviar el segundo remate. No fue solo una parada; fue el acto que mantuvo a España
con vida. Fue la intervención que permitió que existiera una prórroga y que el
gol de Aitana fuera posible. Una actuación que define a una portera
campeona.
Ann-Katrin Berger: El Muro Alemán que Rozó la Gloria
En la
portería de Alemania, Ann-Katrin Berger fue, sencillamente, una
muralla. Durante 111 minutos, pareció una figura infranqueable. Desbarató
disparos lejanos de Patri Guijarro, se anticipó en los balones aéreos y le negó
el gol a Salma Paralluelo en una salida valiente. Cada ataque de España,
cada intento de derribar la puerta alemana, terminaba atrapando el balón en sus
guantes. Su seguridad, sus reflejos y su colocación desesperaron a las
atacantes españolas y sostuvieron a su equipo, dándoles la oportunidad de
luchar hasta el final. Perdió el partido, pero se ganó el respeto y la
admiración de todo el mundo del fútbol. Su actuación fue la de una guardameta
de talla mundial.
La Magia de Aitana y el Billete a la Final
Y entonces,
cuando el cansancio apretaba y los penaltis asomaban en el horizonte, apareció
ella. Aitana Bonmatí recibió un balón en el borde del área, y en el
minuto 112, donde a otras les tiemblan las piernas, a ella le sobran las ideas.
Con un control orientado y un disparo ajustado al palo, batió por fin a la
heroína Berger. Fue un gol de oro, un gol que vale una final.
En
conclusión, España
luchará por levantar la Eurocopa Femenina gracias a un gol mágico, sí,
pero sobre todo, gracias a una victoria forjada en la solidez, la paciencia y
los guantes de una portera que se negó a perder. Un partido que siempre
recordaremos como el día en que dos guardianas extraordinarias nos ofrecieron
un homenaje al arte de parar.